Oración del Ave María

Para que podamos amar, alabar y decir la oración del Ave María con todo nuestro corazón. María recibirá y escuchará todas nuestras oraciones y las depositará en el Señor Dios Padre.

De un pasaje bíblico, el ejemplo de lo que sucede cuando alabamos a Nuestra Señora.

«En aquellos días, María se levantó y se fue de prisa a las montañas, a una ciudad de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Ahora sólo Isabel escuchó el saludo de María, el niño tembló en su vientre; e Isabel quedó llena del Espíritu Santo. Y exclamó en voz alta: Bendita tú eres entre las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre. Y María dijo: Mi alma glorifica al Señor, mi espíritu se regocija en Dios, mi Salvador…».

Cuando Isabel habló en voz alta, alabó a María, su prima, con una de las frases que componen la oración de María. María acoge esta alabanza e inmediatamente se vuelve al Señor y lo glorifica. El reconocimiento que le damos a María nunca permanece en ella misma; se eleva a Dios Padre mismo.

Entre los santos y arcángeles que nos conducen al Padre nuestro Dios, sin duda Santa María posee un poder y un lugar muy privilegiado. Si a través de ella, Jesús puede venir a este mundo, como si ella también se acercara al Señor. Rezar un Ave María es alabar a Dios mismo. Al hacerlo, nos acercaremos cada vez más a Jesús, que amó profundamente a su madre. Así, en una profunda unión, nos guiarán por los mejores caminos hacia nuestro hogar definitivo, el cielo.